Quisiera recostarme en la superficie de tu pecho.
Impregnarme del perfume que emana en tus prendas.
Inhalarlo tan hondo mientras me pierdo en el tamborileo mecánico de tus latidos.
Quisiera cerrar los ojos.
Sentir que tus brazos rodean mi humanidad cansada.
Adormecerme en tu calor.
Saber que mi refugio son unos brazos que no me dejarán caer al vacío.
Ansío algo tan simple, tan fugáz a la vista de aquellos que necesitan mucho más de lo que pido.
Quisiera tu beso sobre mis cabellos.
Tu voz en susurro con palabras dulces.
Un néctar cálido estremeciendo mis miedos.
Aumentando sentimientos de amor.
Una devoción que me hace fuerte.
Tu abrazo es el único que se amolda a mi cuerpo.
El abrigo que usaría en cualquier época del año.
Separarme unos milímetros y buscar tu mirada suave.
Desear que tu sonrisa tierna se estampille en mis labios.
Besarte con adoración.
Respirar la vida entre medio de nuestras bocas.
Danzar un lenguaje francés que lleve muecas de picardía y deseo.
Quiero quedarme aprisionada entre tus brazos.
Sentir que el hogar se gesta en la intimidad de un abrazo que se sabe seguro.
Que no existe nada más que unas puertas abiertas a un cielo que ya no es negado.
Es tu alma la que me ha conquistado.
Es tu abrazo el que entiende todos los secretos del mundo.
Es refugio, es hogar.
Es un amor que aprende finalmente a amar sin dolor ni posesión.
Un abrazo que entrelaza.
Un puente entre dos vidas.

© Emilia R.B