...

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Ruinas del destino
Leí tu carta,
una vez más,
como quien vuelve a una herida
que nunca sana,
como quien acaricia el filo de un cuchillo
sabiendo que el dolor
es lo único que le queda.

Decías que fui lo mejor de tu vida,
que en mis brazos hallaste el refugio
que tanto habías buscado,
que jamás me abandonarías,
que juntos íbamos a desafiar
al mundo entero.

Pero el destino,
ese verdugo implacable,
se rió de nuestras promesas,
tomó lo que construimos
con tanto amor y lo hizo añicos,
dejándonos solos,
perdidos en el abismo
de lo que pudo ser
y nunca será.

No me arrepiento,
no,
no me arrepiento de haberte amado
con la intensidad de mil soles,
aunque tu amor fue la tormenta
que arrasó con mis sueños,
aunque en tu partida
dejaste...