Te fuiste
dejando solo un corazón
en la cama,
abandonado, desolado.
Cargando los recuerdos
de tu mano y la mía,
sintiendonos eternos creadores del beso, la palabra y la caricia.
La prohibida,
la que se disfruta.
Tan tuya y tan mia.
Pero la felicidad es un volado,
una moneda con dos caras,
acertijo indescifrable
con preguntas sin respuestas,
dónde el tiempo es efímero,
dónde nada permanece,
solo este dolor que carcome la pureza,
de un espíritu resquebrajado
por está soledad
tan vacía y tan profunda
que no me abandonará jamás.
Hoy escribo para no sufrir
hoy escribo para no llorar
estás lágrimas amargas
de un hombre triste,
condenado y solitario.



© Cain el Desterrado