...

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Muerte al poeta: II La búsqueda
Tu pecho arde, el infierno te entierra,
navegas en la bruma negra paso a paso
y temes que tus ojos, tu voz no quiera,
alcanzar la tranquila levedad del Parnaso.

La verdad esculpe una partitura, recuerda,
sobre el esqueleto que los gusanos comen
para que tu guitarra describa como suenan
los lamentos de los cantos que solo oyes.

Temes traspasar los llantos, te entiendo!
de la nebulosa oscura que tu mente ocupa
acostumbrado a ser y no ser, te entiendo!
pero yaces muerto y ahora qué? escucha!

Apolo te espera, o quizás otro nombre,
quizás las literarias liras no sean acaso
y vengan unos dudosos dorados orbes
guiar tu alma al sereno yermo del ocaso.

Indescriptible, la llanura se cernirá dónde
la palabra con silencio el paraíso señala
y hallará la flor del descanso, del orden,
tu deshidratada voz con tu seca mirada

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