...

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Corderito
Corderito,
acaricias la hierba que pisas
y las flores te hacen cosquillas en la nariz;
como un árbol centenario,
firme, abrazas la tierra con tu raíz,
y leve como una golondrina,
dejas que la brisa marque tu porvenir.

Por las tardes te duermes al sol
para guardar su calor en tu pelaje,
y su luz sanadora,
en tus ojitos de azabache.

Corderito,
cuando llegue el verano,
los hombres quemarán la hierba seca
y cuando el frío les haga temblar,
los niños se esconderán
en sus abrigos de lana de oveja.

Las flores no aguantan
más que unos días en el jarrón,
y un día tus ojitos brillantes
se apagarán con la puesta del sol.