Hay conceptos, verbos o quizá sustantivos de los que uno puede hacerse dueño, no porque se tuvo la dicha de ser pronunciado vez primero, sino porque nadie podrá sumergirse en la entonación y la rítmica con la que uno siente una palabra, dos veces. Hoy quiero entregarte mi silencio. Alejandra, nadie podrá arrebatarme mi único bien como lo haces cuando me miras. En mi condición de hombre pobre, de brazos débiles, las palabras siempre han sido mi resguardo ante la pregunta del tener, pero cuando me miras, me desnudas, se me olvidan las palabras y el silencio se vuelve mi poseedor, mi amante vercificador. Se me acusará de Tersistes, se me acusará de cobarde, pero me siento valiente al recitar sin verbalizar mi profunda admiración ante tu existir.

Son mis palabras, mías y enteramente mías, Alejandra.
y nadie podrá sentirlas como yo las siento en ese momento
en el que marejadas de mariposas monarcas dibujan en sus arqueadas alas tu nombre mientras febriles emociones recorren MI ser.

Antonio Adames