En una diminuta casa de madera,
donde la alameda era su frontera,
la ave al cantar acostrumbará,
y nuestro romance entenderá.

Dentro del hogar se percibía,
un caractéristico aroma a sandía,
percibiendo amena escencia,
que grabada quedaría en mi memoria.

Una melodía a piano en el tocadiscos,
acrecienta nuestros sentimientos,
sentía en mi cintura tus brazos,
con aquellos tiernos besos.

Oh, mi vida,
tan felices somos en nuestra vivienda,
donde la felicidad y amor no abunda.

Quédate junto a mí toda la eternidad,
le pedí.

Pero "alguien" nos observaba,
era la muerte que nos acechaba,
juzgando a quién primero eliminaba.

Pero ésta fue paciente,
aprendí a nostálgicamente,
amar y extrañarte,
pero nuestro crudo destino no acepté.

Le pedí a...