...

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Pianos y garzas
Tu mirada ondula
solemne en mi cuarto,
como las manos
que ya no tallan
sueños en el cieno.
Sabes cómo sembrar
en mi oído raíces que se cuelan
dentro del ruido despierto.
Escalonada música sin talento,
encarnando una boca muda.
Y aun con el pedal presionado,
la tecla vibra en mi lengua.

El tiempo rectifica mi pena,
como la lluvia alta y violenta
que no lleva la noción de pesadilla,
como la lágrima ajena e intrusiva.
Con las cantatas del sol esclavo,
sus rayos doran tristes...