En lo más lejano de mi alma, en lo inhabitable de mi corazón, el muro de hielo se derrite y mis fotoreceptores empiezan a aludirme de recuerdos palpables, me he dado cuenta que no paro de olfatear tu dulce aroma que desprendía de mis sabanas, al parecer siempre estuviste a mi lado, y; de tal manera, compartiendo la misma sintonía de mi consciencia, ahora mismo, quiero decirte lo que pienso, eres maravillosa Anne, al tirarme en la nieve ahora, es inmutable evitar que aún así, mi corazón le pertenece a tus llamas, tal hilo transparente que se me fue clamado, que me ha sido llamado de múltiples maneras virtuosas y que hasta el momento, soy capaz de por fin, entender.

Anne, no espero que me busques porque lo más mínimo que haré, será alejarme, no quiero volverte a ver, no pertenezco a las aguas del deseo y al aura impalpable de las pasiones, mis placeres pueden ser sanguinarios, pero eso no implica que no añore estar a tu lado, tal bosque en el que siempre reíamos, cuando me daba cuenta de tus hermosos ojos marrones y tus cabellos largos rubios, oh, mon amour.

A pesar de todo, has sido la única que se ha preocupado por sacarme del olvido y del fracaso sombrío, pensaba que jamás sentiría tal emoción, pero con tan solo verte, doy paso a la excitación, las mareas del lenguaje intangible, sumerge la arena explícita, si tan solo supieras lo que imagino cada vez que me hallo en los escombros de las cavernas y las cenizas de los desvividos, reflexiono el origen de mis angustiosos caprichos, manifestándolos eternamente a ver si olvido.

Recuérdame para siempre, princesse. Eres la gota de sangre que me hace falta para sobrevivir, mi alma se adormece, necesito sentir el tacto de tus canines y así, vivir sin fin, te suplico que, por favor; consumas mi carne para estar ligada a ti...

Mon doux vampire; Anekke.


© Ariazz