Es como volver a la vida,
salir de un estado de trance
lejos de la realidad palpable;
regresar a un lugar
que parecía desconocido
del que no encontraba
el camino de regreso.

El caudal de emociones
se apoderó de mi cuerpo
y de mi mente
y me llevó a otro mundo
como si fuese un sueño
o una cruel pesadilla.

Cómo puede un sentimiento
hacia una mujer
llevarte a hacer
cosas inimaginables
y ver colores indescriptibles.

Maltrecho y sacudido
por una estampida de sensaciones
que me provocaba ella
con solo mirarla,
y el tocarla era
un camino seguro
hacia una honda locura,
sentir su piel en mis dedos
percibir su olor en mi lecho,
nada importaba ya
si junto a mi ella estaba.

Tenerla cerca de mi
me hacía olvidar
el tiempo y el cansancio,
la distancia o el hambre,
porque todo lo que yo deseaba
estaba en el sabor de sus labios,
en la luz de su sonrisa
y en sus cálidos brazos.

Fue conocerla y
que nuestro amor surgiera
para que se crearan
nuevas realidades
donde nada más importaba.

Las calles, el mismo trayecto de siempre
se presentaba como algo diferente
un sendero lleno de flores y fragancias
de distintos sabores,
mi cuerpo se sentía liviano
como si se desprendiera del piso
y mi corazón era una fiesta
que se mantenía en un constante ritmo.

Trato de entender
que era una condición excepcional
que no me permitía ver
las cosas tal como son,
tuvo que venir la distancia
a desprenderme de un solo jalón
de este intenso sentimiento
como cuando se despega
una cinta de la piel
para obtener una reacción
que me permitiese ver
de nuevo la realidad
tal como es.

Necesitó llegar el día
para despertar de este sueño
y recuperar la percepción
de la vida tal como es,
despojar a los lugares
de la magia que los tenía
envueltos y cautivos.

He puesto los pies en tierra,
la realidad es esta,
así de simple y así de cierta,
si ayer bailabas en mis sueños
hoy estás a miles de kilómetros
eso es lo que entiendo al despertar
y saber que no vas a regresar,
mi corazón ya no debe esperar.

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