...

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Edén
En el jardín de Edén, yo moro,
donde la luz besa el verdor sin demora,
y las aguas danzan con un canto sonoro,
en este rincón de paz, donde el tiempo no devora.

Aquí, los frutos cuelgan, dulces y maduros,
y las flores se abren en un desfile de colores puros.
Los animales, libres, juegan entre los muros
de árboles antiguos, testigos de amores seguros.

Yo, el guardián de este paraíso terrenal,
contemplo la armonía, el equilibrio celestial.
Cada brizna de hierba, cada pájaro, cada animal,
es un verso en mi poema, un suspiro vital.

En el jardín de Edén, yo sueño,
con un mundo que refleje este espejo sereno,
donde la bondad del hombre no sea un veneno,
y la naturaleza no pague el precio de su desenfreno.

Este es mi canto, desde el jardín eterno,
un deseo susurrado al universo moderno,
que la humanidad encuentre su camino fraterno,
y en cada corazón, renazca un Edén interno.

© Benjamin Noir