El día que me vaya, quiero que las flores no dejen de crecer, que la gente no deje de creer,
el día que me vaya, quiero que suenen los violines, que canten los pájaros, quiero que sepan que yo seguire estando, siendo eterna luz que cobija las mañanas de verano y que toca con su luz todas las cosas.
Cuando ya no me encuentre aquí, espero que los insectos coman de mi carne, y que los gusanos vivan de mí, porque me encontraré entonces, en cada ser vivo.
Seguiré abrazando el viento y escuchando la lluvia, aunque mis manos no puedan escribir más estas palabras, seguiran escuchando mis poemas en formas más sublimes y sutiles, en la naturaleza, en los atardeceres,
aunque mis manos ya no puedan tocar mi vieja guitarra, seguiran escuchando mis melodías cuando silba el viento, o canta un pájaro.
Y si algún día, te encuentras sola mi amor, te prometo que estaré contigo abrazandote como la suave brisa que mueve tu cabello.
Cuando mi cuerpo deje de mover el engranaje de mi corazón, espero haber llegado a las personas mediante esta corta casi canción.
© EGT