Quiero ir a casa pero no quiero,
solo tengo el recuerdo de un hogar lleno de mentiras,
pero no pienso en el suicidio porque prefiero vivir este mío sufrimiento.
Estoy completo pero siento algo en mi cerebro se rompió,
pero que diferencia hace si tengo las correctas pastillas,
ya no siento el gusto de vivir por el momento,
porque debí vivir en estas monotonías.
En el silencio me siento en una orquesta de tormento,
paredes y techo en un colapso perpetuo.
Pronto el día de estar muerto se acerca, para el final del acto.
Las luces del día las siento como las últimas,
el verme desde el sexto piso se acerca a mis memorias,
la pastillas de aquel día están cerca a la mano
pero sería estúpido de mi parte repetir el intento de sobredosis.
Incluso debo en mi muerte pensar en la originalidad.
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